{"id":70,"date":"2018-02-24T20:54:00","date_gmt":"2018-02-25T01:54:00","guid":{"rendered":"https:\/\/lanuevabagatela.com\/?p=70"},"modified":"2020-05-10T13:50:31","modified_gmt":"2020-05-10T18:50:31","slug":"el-transeunte","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/lanuevabagatela.com\/el-transeunte\/","title":{"rendered":"El transe\u00fante"},"content":{"rendered":"\n

Era una cita m\u00e1s y me encuentro buscando entre el desorden de la habitaci\u00f3n del hotel Oliba mi Grabadora Sony ICD-PX45, el compacto rect\u00e1ngulo negro que sol\u00eda ataviar por entonces mi oficio de periodista. Intent\u00e9 que la grabadora tuviera un espacio reservado, un lugar aparte que me permitiera tenerla al alcance pero mis bolsillos no ten\u00edan, como era de esperarse la horma de este oficio. Se trataba de m\u00ed, y del estoicismo de un periodista en plena mitad de su longevo camino, perteneciente a la generaci\u00f3n de los amigos que jam\u00e1s volvimos a ver por falta de Red Social, rehusado a la era inform\u00e1tica y al inicio del internet en los a\u00f1os 90s, hoy, prehistoria. Mientras de forma adusta me observaba frente al espejo repasando una a una las preguntas programadas para la entrevista, me doy cuenta que empieza a faltarme el ox\u00edgeno y es la procrastinaci\u00f3n la causante de esta ansiedad. Me doy a la marcha para caminar por la Ciudad de Nueva York, con tal de poder culminar la tarea m\u00e1s fundamental de ese d\u00eda: coronar la entrevista con Amartya Sen, padre de la Teor\u00eda del Desarrollo Humano.<\/p>\n\n\n\n

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Mientras me dirig\u00eda al metro pensaba en el terrible malestar que me ocasiona la procrastinaci\u00f3n, me recrimin\u00e9 la ansiedad que me genera una tarea sin hacer y ese sentimiento de reconcomio que me producen las cosas pendientes. As\u00ed que tuve que apurar el paso y parec\u00eda que le caminaba a la ansiedad mientras la serenidad trataba de alcanzarme. El aliento me volvi\u00f3 al rostro cuando por fin pude visualizar una punta de la estaci\u00f3n, pero de repente un atronador sonido se qued\u00f3 para siempre en la memoria de mis o\u00eddos, un ruido apesadumbrado que te indica que \u2018est\u00e1s aqu\u00ed y en este instante de la vida\u2019.<\/p>\n\n\n\n

Ubiqu\u00e9 la vista sin direcci\u00f3n alguna a causa de la sordera, se trataba del primer avi\u00f3n que impactaba en el World Trade Center, un rojizo humo infernal sobresal\u00eda en el intersticio de las dos torres. A partir de ah\u00ed, otros gritos me ensordecieron, me quitaron la calma, impasible ante mis piernas flacas y temblorosas, pero emp\u00e1tico con el dolor de los dem\u00e1s transe\u00fantes. Entre el despliegue del horror comprend\u00ed algo: absolutamente nadie ese d\u00eda cumplir\u00eda con una cita, ese d\u00eda, la \u00fanica cita que cumplir\u00edamos todos ser\u00eda con la historia.<\/p>\n\n\n\n

Observaba a lo alto del cielo, y poco a poco el reconcomio por la cita que no coron\u00e9 se iba yendo, perplejo entre las emociones y el indecoro humano del instante. Recuerdo visualizar con frialdad celulares y c\u00e1maras fotogr\u00e1ficas, y pensar a manera de afrenta con la Era Digital de entonces, que de todas formas aquel instante no tendr\u00eda la fuerza de convertir a los aficionados en un Abraham Zapruder. Hoy entiendo que todos abruptamente y sin lugar a negociarlo, \u00e9ramos Abraham Zapruder pues est\u00e1bamos en el lugar de la historia.<\/p>\n\n\n\n

No s\u00e9 cu\u00e1nto tiempo transcurri\u00f3, hasta que la ley y los socorristas nos agolparon a muchos m\u00e1s metros de distancia de las torres, aunque mi terquedad me permiti\u00f3 ponerme a 500 metros de los rascacielos; y entonces el desfile del horror volvi\u00f3 a emerger, cuando la torre sur fue impactada por otro avi\u00f3n.<\/p>\n\n\n\n

No hab\u00edan niveles de comprensi\u00f3n \u00fatiles para esos instantes, mientras mi cuello y mi espalda se agotaban por el esfuerzo de mirar hacia el cielo, hacia ese infierno que quedaba en lo alto, pensaba que ese segundo impacto ya no era una casualidad del destino, ya no quedaban probabilidades de un posible accidente a\u00e9reo, algo o alguien se estaba tomando Nueva York y yo estaba ah\u00ed. Hojas, cenizas, personas desesperadas en las ventanas, sacando pa\u00f1uelos y abrigos, fuego y humo conformaban la nube de horror qu\u00e9 logr\u00e1bamos ver sobre nosotros, los transe\u00fantes.<\/p>\n\n\n\n

A 500 metros, pude ver c\u00f3mo el lugar se iba llenando de camar\u00f3grafos profesionales, reporteros y m\u00e1s curiosos, pude ver personas que brotaban de los lobbys<\/em> de la torre norte y sur, personas qu\u00e9 asomaban sus cuerpos ahuyentados por ese miedo que s\u00f3lo generan las evacuaciones, escoltados por socorristas que les gritaban: \u2018\u00a1R\u00e1pido, no miren hacia atr\u00e1s, r\u00e1pido!\u2019<\/strong>. Del lobby<\/em> vi brotar una persona tras otra, parec\u00eda como si las torres los vomitara, vi corriendo mujeres con los tacones en sus manos mientras les sangraban los pies; casi todos los evacuados que vi salir siguieron las indicaciones de no mirar hacia atr\u00e1s, pero todos miraron al cielo, con el rostro sorprendido de salir del infierno mientras no daban cr\u00e9dito, que all\u00ed afuera, libres de la muerte, el escenario era mucho m\u00e1s apocal\u00edptico.<\/p>\n\n\n\n

Entre la nube abarrotada de escombros sobre nosotros me pareci\u00f3 ver un abrigo caer, luego me di cuenta que se trataba de un bulto m\u00e1s pesado que un abrigo, y en realidad se trataba de una persona. Presenci\u00e9 m\u00e1s de un suicidio en cada ventana de la torre norte, peque\u00f1as masas s\u00f3lidas cayendo durante varios segundos, la asonada muerte se asom\u00f3 entre Leyes irrefutables de gravedad, y la m\u00e1s r\u00edspida muerte entre todas las muertes pululaba entre el cielo y la tierra; las primeras l\u00e1grimas que colonizaron mi rostro, se debieron a que con cada salto que alcanzaba a ver lograba comprender que definitivamente la muerte es un episodio dif\u00edcil de comunicar, y que el deseo de morir, es el desespero codificado de una arenga desordenada e insondable en el alma de quien padece.<\/p>\n\n\n\n

Plausiblemente iba llegando a m\u00ed todas las veces que dese\u00e9 aniquilarme en el pasado, y ahora como el h\u00e9roe de mi propia historia estaba presenciado el suicidio de otros, pero no por eso me sent\u00eda menos culpable, porque imaginaba que muchos de los que vi lanzarse por las ventanas probablemente no sab\u00edan, al igual que nosotros qu\u00e9 era lo que estaba pasando exactamente, r\u00edspida muerte no s\u00f3lo por las alturas, sino porque en su propia agon\u00eda no encontraron explicaci\u00f3n alguna, ni tampoco otra oportunidad como la que me dio a m\u00ed la vida una y otra vez. Todav\u00eda recuerdo el sonido de ese primer impacto sobre el suelo, y los dem\u00e1s sonidos de otros cuerpos los termin\u00e9 censurando, no los pude memorizar por mi bienestar, pero mis l\u00e1grimas los llor\u00f3 a todos, eso es seguro.<\/p>\n\n\n\n

Me di vuelta, comenc\u00e9 a caminar, comenc\u00e9 a alejarme de la tragedia y conoc\u00ed algo nuevo en m\u00ed, algo que s\u00f3lo un instante de este tipo pod\u00eda ense\u00f1arme, y es que al final no era tan buen espectador del horror c\u00f3mo sol\u00eda creerlo, pero, \u00bfQui\u00e9n lo es? El caso fue que los suicidios me parecieron suficientes, as\u00ed que camin\u00e9 en sentido contrario a ese horror y busqu\u00e9 acortar camino para regresar al hotel, pero avenidas y calles principales cerradas me lo impidieron, empec\u00e9 a sentirme como un desventurado, c\u00f3mo s\u00ed no poder regresar c\u00f3modamente al hotel fuese peor que estar adentro de las torres; en el camino que escog\u00ed de regreso, me descubr\u00ed perdido entre la turba, entre el ruido de las sirenas y bomberos corriendo, entre otros rostros, entre otras memorias; con cada persona con la que me agolpaba entre el desconcierto lograba sentirles una somera forma de nostalgia, esa nostalgia de que unos instantes de horror lograran sucumbir otras memorias alrededor del World Trade Center.<\/p>\n\n\n\n

Cuadras m\u00e1s all\u00e1 era tan inmensa la turba sobre los andenes, que decid\u00ed entrar a un caf\u00e9. Al ingresar me di cuenta que aqu\u00e9l lugar era de esos sitios pretensiosos, que buscan combinar servicios y productos nada semejantes.<\/p>\n\n\n\n

Fue as\u00ed que me encontr\u00e9 en un caf\u00e9 que era adem\u00e1s barber\u00eda y SPA para u\u00f1as, decorado y organizado al mejor estilo ingl\u00e9s.<\/p>\n\n\n\n

\u00a1Qu\u00e9 lastre de lugar!<\/p>\n\n\n\n

Me impacient\u00f3 ver que adentro la barber\u00eda y el SPA para u\u00f1as siguiera funcionando, hombres y mujeres esperando un turno, mientras el espacio peque\u00f1o destinado para servir el caf\u00e9 estaba medianamente solo.<\/p>\n\n\n\n

El lugar estaba en una penumbra dado el corte de energ\u00eda que se extendi\u00f3 desde la zona cero y unas cu\u00e1ntas cuadras m\u00e1s all\u00e1. Me sent\u00e9 y ped\u00ed un caf\u00e9 con brandy<\/em>, mientras sin pedirlo, una de las manicuristas me alcanz\u00f3 la prensa, aunque no hubiese motivo alguno para enterarme de algo reciente porque era casi imposible que un peri\u00f3dico estuviese actualizado, cuando todo estaba pasando en Nueva York y nadie estaba preparado para eso.<\/p>\n\n\n\n

No obstante, los que nos encontr\u00e1bamos all\u00ed, hac\u00edamos una especie de ritual alrededor de una radio a bater\u00edas que se escond\u00eda detr\u00e1s del mostrador. El locutor se impacientaba ante las palabras que deb\u00eda usar para contar lo que ocurr\u00eda, \u2014qu\u00e9 trabajo tan arduo debi\u00f3 haber sido para ese locutor y todos los dem\u00e1s en el mundo informar describir ese d\u00eda\u2014 se notaba su esfuerzo por narrar el impacto de dos aviones sobre dos rascacielos, pero para lograr convencer, solo se necesitaban dos cosas: oyentes con imaginaci\u00f3n y capacidad de asombro humana y no period\u00edstica, solo as\u00ed se lograba transmitir por radio la noticia.<\/p>\n\n\n\n

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El ritual creado alrededor de la radio, pronto se nos convirti\u00f3 a todos en una hoguera dif\u00edcil de apagar, sentimos todos un fuerte sonido que proven\u00eda de afuera en forma de una histeria colectiva de horror, all\u00e1 afuera por entre los visillos en las ventanas del lugar, no s\u00e9 cu\u00e1ntos transe\u00fantes vi pasar corriendo, y no s\u00e9 cu\u00e1ntas veces escuch\u00e9 gritar la palabra \u2018Dios\u201d. Entre los presentes, la multitud que corr\u00eda afuera y el locutor, entre ese fluir del caos lento me enter\u00e9 que la primera torre se hab\u00eda venido abajo, y entre los dientes el locutor musitaba una y otra vez la ca\u00edda.<\/p>\n\n\n\n

Continuar\u00e1\u2026<\/p>\n\n\n\n

\"Ingrid<\/figure><\/div>\n\n\n\n

Escrito por\u00a0Ingrid Mart\u00ednez<\/a><\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"

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