Las sumas y restas de Marielle Franco


Ser mujer, negra, homosexual y venir de Maré
—un complejo de Favelas con 140.000 residentes— tiene que ser un acto de fe, pues en sociedades tan mezquinas todas esas características reunidas en una sola persona significan más desventajas que beneficios; no cabe duda de que se trata de una fórmula humana que representa una resta para la compleja unidad de una población caracterizada por la estigmatización racial, la violencia machista y la brecha de desigualdad social alimentada por la corrupción y los negocios de los líderes del narcotráfico en las favelas.

Marielle Franco | La Nueva Bagatela
Marielle Franco | La Nueva Bagatela

Pero en efecto eso era Marielle Franco, una resta, una incomodidad con voz propia que buscaba quitarle poder a las grandes y pequeñas mafias.

La concejala fue asesinada el pasado 14 de marzo de 2018 por policías militares, y las razones que motivaron la sustracción de Marielle de esa unidad fortalecida y más grande que ella, Brasil, su país, cada vez son más claras.

Saquemos las cuentas, Brasil ha venido recuperándose de su peor crisis económica, la postura conservadora del presidente Michel Temer ha ocasionado que los programas sociales sean recortados y que cada vez menos personas sean beneficiarias, en efecto muchos brasileños que habían salido de la pobreza han regresado a la marginalidad social, ocasionando con esto un aumento en el número de homicidios, un alto índice de asaltos a mano armada y el fortalecimiento de grandes y pequeñas mafias con negocios turbios en las Favelas.

Lo anterior ocasionó que a finales del mes de febrero de este año, el presidente Michel Temer firmara un Decreto para Militarizar Río de Janeiro por ser la ciudad que ha evidenciado altos índices de desorden público e inseguridad. Lamentablemente, el golpe cívico-militar formulado por el decreto solo ha traído malas noticias y tristes porcentajes, pues se calcula que cerca de 60.000 asesinatos se perpetuaron en manos de policías militares y que el 80% de las víctimas son jóvenes negros menores de 25 años pertenecientes a las favelas. Esta cifra catastrófica de ejecuciones ha puesto a Brasil, otra vez, bajo la lupa de Organizaciones internacionales en materia de Derechos Humanos.

Pero sigamos sumando hasta conformar la unidad compleja a la que se tuvo que enfrentar Marielle Franco. Según el Grupo Gay de Bahia, la organización no gubernamental dedicada a la defensa de los derechos de los homosexuales en Brasil, estimó que para el año 2016 —año en el que Marielle Franco fue escogida como concejala—, se presentaron 1600 crímenes de personas homosexuales y transgénero. No obstante, el dato más escalofriante entregado por la organización señala que una persona de la comunidad LGTB muere por día en Brasil, algo irónico si tenemos en cuenta que Brasil organiza la marcha del orgullo gay más grande del mundo. Por otro lado, Brasil es el país en donde la cuarta parte de su población es cristiana, por lo que los electores religiosos han puesto a legisladores cristianos, los cuales se han convertido en una piedra en el zapato para poder endurecer las penas por discriminación y violencia a la comunidad LGTB.

Por consiguiente ser Marielle Franco y defender las causas que tanto abanderó no fue un trabajo fácil, porque en efecto estar en los zapatos de Franco significaba militar política y socialmente hacia muchos frentes: como concejala del partido izquierdista Socialismo y Libertad (PSOL) trabajó para acabar con las bajas condiciones de desarrollo que afrontaba su gente en las favelas, especialmente en Maré donde ella creció; defendió a la comunidad LGTB de la discriminación y denunció los crímenes de personas homosexuales y transexuales; como feminista alzó su voz por políticas de salud sexual y reproductivas de adolescentes y mujeres pertenecientes a sectores sociales olvidados por el Estado. Sin embargo, su condena de muerte se debió a que como relatora de una comisión especial para hacer seguimiento a la intervención federal en Río de Janeiro y a la militarización de la seguridad pública, señaló abiertamente que con la firma del decreto que permitió tal intervención a finales de febrero por el presidente Michel Temer, se legalizó el ejercicio déspota y violento de las fuerzas militares sobre los civiles inocentes, dado que está práctica tirana y autoritaria lleva años siendo incrustada y decretada por debajo de cuerda por el sistema político de Brasil.

Esa fue la razón por la que Marielle Franco murió en manos de las autoridades militares, porque era incomoda, porque Franco les venía contando las ejecuciones a las fuerzas militares, las cuales, como se mencionó al comienzo, ya iban por los 60.000 muertos. Penosamente en los países que son máquinas de violencia y corrupción una persona política y esperanzadora tiene que ser restada, ya sea porque no funciona para el sistema, porque se opone a pertenecer ciegamente a una unidad compleja, o porque no comulga con las costumbres más tradicionales.

Si defiendes Derechos Humanos, te matarán dos veces…

Los estados tienen la costumbre de ‘matar dos veces’ a los defensores y defensoras de Derechos Humanos y Franco no fue la excepción a esa regla. Tras su asesinato la extrema derecha de Brasil le adjudicó el asesinato al crimen organizado, luego inventaron un romance entre Franco y un cabecilla del narcotráfico con el fin de objetar que su asesinato fue más que merecido.

En Colombia, el año pasado el Ministro de defensa Luis Carlos Villegas declaró que la muerte de líderes sociales responde a líos de faldas, logrando con esto que los más de 200 líderes sociales dados de baja durante los últimos años quedaran en la absoluta impunidad. A el Estado colombiano le parece que perder 11 líderes sociales durante los primeros cinco días del mes de enero de este año, no es motivo suficiente para catalogar esos asesinatos como crímenes sistemáticos.

No se puede esconder el Cristo Redentor con un dedo

Marielle Franco es ahora un número más que se suma a la larga lista de muertes de defensores y defensoras de Derechos Humanos en Latinoamérica. Su nombre y apellido se suma a una larga lista de personajes silenciados por las armas de un Estado culpable y desobligante. Sin embargo, no existe ninguna esperanza arrebatada que no se haya convertido en una idea de resistencia y lucha, y Franco ha dejado de ser una resta para sus enemigos y se ha convertido en una suma simbólica para la memoria de su gente, la misma gente que conmocionada por su crimen marchó por ella para condenar no sólo su asesinato, sino también para limpiar su nombre, pues no se puede esconder el Cristo Redentor con un dedo.

Ingrid Martínez - La nueva Bagatela

Escrito por Ingrid Martínez

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