La imposibilidad de ahorrar

En Colombia el salario mínimo mensual legal vigente para el año 2015 fue de de 644.350 COP. Aproximadamente 55% de los ocupados en Colombia recibe como remuneración el salario mínimo o menos.

Según el padre de la economía moderna, John Maynard Keynes, uno de los mayores pilares de la economía de mercado es la motivación de las personas a conseguir dinero, acumular y lograr un capital al menos para su vejez o para sus descendientes, pero este flaquea ante la posibilidad fáctica del ahorro. Pero en nuestro medio es imposible ahorrar. Una familia escasamente sobrevive con un salario mínimo, y la verdad, resulta difícil imaginar cómo hacen para cubrir los gastos mínimos que garanticen una sobre vivencia digna que impida su degradación o aniquilamiento como núcleo social e individualmente como seres humanos. Si el capital familiar tan solo alcanza para sobrevivir, no será suficiente para acumular y ser partícipe de las ventajas del consumo que tanto defienden los fieles seguidores del Capitalismo, estarán entronizados en la marginalidad, en la periferia de su propio tiempo.

El deseo de acumulación y de elevación de la vida social se ve gravemente afecto ante la ausencia de políticas de Estado que garanticen los derechos fundamentales y todo costo pasa a manos de los asociados. El derecho a la salud, a la vivienda, a la educación, a los servicios públicos, por ejemplo, son un derecho en cuanto el asociado tenga la posibilidad de hacer un pago total en el sector privado o un copago en el sector público, tan deteriorado por la clara inversión social donde se privilegien los derechos y la calidad del servicio.

Este nudo genera en las sociedades concebidas dentro del marco capitalista en un obstáculo para el desarrollo social.

En otro tipo de sociedades, como en las comunidades andinas originarias, donde el valor en el que se erige la economía no es el intercambio sino la reciprocidad, el sentido del ahorro carece de sustento. Cuando la base no es la acumulación sino el don de dar, los excedentes no son la meta y quien los consigue no busca retenerlos para causar riqueza individual, sino que, por el contrario, los reparte bajo su potestad a través de fiestas, minkas u otros figuras sociales. El sentido de riqueza no se valora en cuanto a la retención de bienes de consumo, sino en la posibilidad de generación del propio alimento en crianza mutua con Pachamama.

El concepto de riqueza y de pobreza se relativizan. Cuando se habla de la globalidad se piensa en las estructuras de las sociedades occidentales capitalistas, religiosas monoteístas, y sin embargo, como humanidad existen otros universos cosmogónicos que presentan alternativas también, y por supuesto, en la estructura económica.

La economía alrededor de un salario mínimo que garantice un mínimo, si bien es cierto se concibe como una forma de garantía, no garantiza la posibilidad de subsistencias dignas que eleve la condición humana. Es un paliativo en la agonía de sociedades con una abrupta desigualdad en la distribución de la riqueza.

Escrito por Julieta Montaña Carvajal para
La Nueva Bagatela

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