UNA QUEJA PESIMISTA

«…Mi nombre es Juan y dentro de un año un trozo de papel dirá que soy un artista…»

(breve reseña de Artista requerida en el formulario de inscripción de la convocatoria COLOMBIA HOY – de la Bienal Internacional de Arte Contemporáneo de Cartagena de Indias – 2013)

El contexto es sencillo, soy un estudiante de arte en una universidad pública Colombiana, academia que desde sus inicios se ha destacado por proponer una mirada distinta (actualmente frase de cajón) frente a la educación tradicionalmente impartida en este país, una apuesta grande que el Instituto distrital de cultura y turismo define como:

«El principal desafío… es brindar a cada uno de sus estudiantes educación formal a nivel superior de excelente calidad, que les permita explorar, descubrir y desarrollar una visión personal del arte, así como una expresión propia y genuina.» 

NOTA: -en este momento es pertinente aclarar que hablo estrictamente de la carrera de artes plásticas y visuales-

Esta institución, como toda creación humana es susceptible a cambios, algunos de índole político (Cambio de rector, decano y otras directivas subordinadas), otros con fines académicos (nuevos pénsums, laboratorios artísticos y las nuevas generaciones de maestros) e indudablemente, muchos de tipo económico (Inversión en infraestructura, renovación de maquinaria, estímulos para la investigación-creación y rumores de peculado).

Estos cambios surgen, en parte, como una respuesta a las necesidades crecientes que las instituciones, el medio artístico y los mercados dictan. Desde este punto nacen unas cuantas interrogantes ¿cuáles son esas necesidades? ¿cada cuánto cambian esas necesidades? y ¿son necesidades fundamentales para ser artista?

Siguiendo con los interrogantes podría intentar ir al inicio de todo, y llegar quizá a preguntarme ¿qué es el arte? pero esto sería un acto imprudente e innecesario, por más que argumente, mis palabras serán tomadas (en este momento) por simples opiniones y en el arte, la retórica es el arma suicida de muchos textos.

Tengo algo claro, la academia, como institución se ve sometida por grandes fuerzas, un pensamiento liberal, que representa esa experimentación constante que desde las escuelas modernas ha tomado fuerza y caracteriza los «grandes» cambios en el mundo artístico, y un pensamiento Conservador (los antiguos liberales) que por suerte o accidente llegaron a tener algo más que una buena idea, ahora tienen el poder de calificar lo que puede ser y lo que no puede ser considerado arte (desde la academia claro está).

Retratos de una era - Una queja pesimista
Retratos de una era – Una queja pesimista

Estos dos pensamientos luchan entre sí, dejando a los estudiantes en medio de ese campo de batalla. Me gustaría pensar que lo hacen como un ejercicio crítico para poder identificar esas necesidades y dar «a cada uno de sus estudiantes educación formal a nivel superior de excelente calidad» disculpen el sentido irónico que estoy tomando al retomar esa cita, pero esta lucha institucional tiene que ver más con un ejercicio de poder que con una lógica pragmática con fines pedagógicos.

Está visto que cada maestro, quiere transmitir sus destrezas como artista, mientras mezcla la teoría que caracteriza su materia con las experiencias que lo caracterizan a él o ella. En su mayoría cuentan, por compasión o auto-complacencia, la manera en la que cada uno se ha ganado la vida en el mundo artístico (o fuera de este). 

Compartiendo estas historias logran ilustrar y en algunos casos demostrar, que la academia no es la vida y que el conocimiento que allí se imparte no es totalmente aplicable fuera de esta.

Vale la pena decir, que más allá de ser una queja pesimista, creo que es la experiencia que habla por sí misma, mi experiencia y la manera como he aprendido a ver el mundo en el que me desenvuelvo. Si bien nací en un momento de la historia en el que tengo muchos privilegios (no tantos como quisiera), siento que, todo el conocimiento que se ha construido a través de los tiempos se está, y se seguirá, fosilizando en los grandes templos del saber, mientras que fuera de estos, la vida sigue su curso, cruel y mágico, en donde la ley del más fuerte prevalece amparada en las malas interpretaciones que se le ha dado a la razón.

Seguramente, el argumento anterior esté fuera de lugar; desde luego la generación de los Smartphones y los hijos de internet, son la evidencia irrefutable de mi posible error, mas no la justificación del caos al que me refiero, ya que esta generación está en proceso de crecimiento y hasta ahora no tienen responsabilidad alguna de mi queja.

Sin la intención de irme tan lejos, empezaré por explicar cómo mi paso por la academia, es un ejemplo perfecto, del deterioro social por el cual estamos caminando.


Fragmento de la Tesis Retratos de una puedes seguir leyendo

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